Él siempre ha sido hombre de grandes palabras, la diferencia es que con ella esas palabras iban acompañadas de grandes actos. Aún es hombre de grandes palabras, la diferencia es que los actos no están, y es entendible cuando el amor no está; pero ella odia las mentiras (aunque sea una buena mentirosa) “actitud más que palabras” le canta al oído. Pero él ya no cambia.
Ellas se acompañaron en épocas decisivas, hasta volverse esenciales la una para la otra, y a diferencia de lo esencial, era visible lo indispensable de la compañía mutua; pero al contratio que en El principito, la distancia no agudizó el cariño por la rosa ni lo hizo evidente a cada día, sino que lo congeló.
Los hechos son reiterativos pero cuesta aprender. A ella una vez más la vida le insinuó sus verdaderos colores.
Los mismos con los que siempre había contado seguían ahí, los únicos que podian cortar sus alas, pero en vez de hacerlo, ellos señalaban nuevos horizontes.
Andrea Arango Gutiérrez.