viernes, 14 de agosto de 2009

Los científicos y los intelectuales de la política

...la opinión pública puede influir sobre las cuestiones morales y
políticas, y esa es la tarea de los columnistas e intelectuales: crear
las condiciones conceptuales para encuadrar nuestro atraso cultural,
para apreciarlo desde una perspectiva histórica, y para plantear
las preguntas que abran el pensamiento a un nivel más alto...
Iván Darío Arango
Las ciencias naturales tienen como objetivo el conocimiento general de la naturaleza, su dominio y transformación en pro del bienestar humano. Por el camino de la observación neutral, objetiva y libre de valores, el hombre ha creado leyes universales que facilitan a los estudiosos la comprensión y modificación del entorno; la manipulación de la naturaleza es el más alto grado de su comprensión. La industrialización de occidente fue gracias a su dominio y la sensación de progreso por los avances científicos, se generalizó.[1]
Las ciencias de la sociedad, ante el evidente éxito de las naturales adoptaron su método; y es la ilustración la más clara muestra de ello. La verdad sobre los temas morales, políticos o históricos era adquirida gracias a la observación y creación de principios generales que se sistematizaban[2] y cualquier ser humano podía acceder a ella por medio de su propia inteligencia. Pero pretender comprender los asuntos humanos de forma objetiva y neutral, es desconocer el contexto social en el que se encuentra inmerso el conocedor.
En el objetivo de ser universal y atemporal, la ciencia olvida que los creadores de ella fueron hombres de un tiempo y una cultura. Cuando queremos estudiar un texto podríamos leerlo y dejarnos mostrar sólo lo que el autor quiere que veamos, o complementar sus argumentos con el contexto, para hacer una interpretación más amplia de lo que está detrás de las palabras del autor. Entenderíamos a Platón de otra manera si no supiéramos de su permanente discusión con los sofistas, Hobbes no sería el mismo sin las guerras de religión o Carl Schmitt sin el régimen nazi. Cada hombre es hijo de su época.
La ciencia política es hija del positivismo y pretende reemplazar lo normativo por lo descriptivo, y lo valorativo por lo explicativo, desde lo objetivo y neutral. Nombrar problemas, describir las características de los hechos y clasificarlos es el fin de la ciencia política[3]. Se centra en el objeto, comprueba y verifica, pero olvida la importancia de comprender primero al sujeto; pues sin el sujeto el objeto deja de existir.[4]
Lo político no conoce puntos medios[5]. Una visión neutra de la política desconoce su naturaleza, lo público gira en torno a las necesidades y deseos humanos; entre la descripción de un fenómeno político y la prescripción de la mejor forma de gobierno existen necesidades humanas reales, de estar dentro de un régimen que las satisfaga necesidades y de no ser así, la necesidad será de estar por fuera de él.[6]
Si el científico político quiere tener alguna pertinencia y utilidad dentro de la sociedad, (como la tuvieron los Philosophes franceses en el siglo XVIII proponiendo tolerancia e impulsando la ciencia como emancipadora del hombre) debe replantear el uso del método científico positivista que lo esteriliza cuando le exige la neutralidad y objetividad; pues lo aleja radicalmente de todo tipo de valores. Cuando además de conocer la verdad y estudiar lo político, el científico se siente comprometido con el bienestar de su sociedad e inmerso en los valores propios de ella, y participa en los debates públicos sobre sus valores, su sociedad y su política; es parte activa en las transformaciones y así puede tomar posición luego de haber hecho un estudio analítico y riguroso, para contribuir como intelectual.[7]
Para analizar el mundo en el que vivimos y saber de qué forma podemos vivir mejor en comunidad necesitamos además de la observación, el dialogo y debate humano que nos lleve a construir consensos generales. El especialista, científico, estudiosos y observador de los hechos políticos, puede mostrarle a la sociedad, en su papel de intelectual, que es lo aceptable y lo no aceptable en política; no las verdades absolutas sobre lo que es bueno y malo, sino “…ayudar a distinguir entre lo mejor y lo peor”[8]

[1] APPLEBY, Hant (1998). La verdad sobre la historia. Barcelona: Andrés Bello, p. 30-40
[2] Ibíd., 45
[3] TAYLOR, Charles. “La neutralidad en la ciencia política” en Resurgimiento de la teoría política en el siglo XX. Filosofía, historia y tradición ” (1999) México: universidad nacional autónoma de México, p.63
[4] STRAUSS, Leo. “¿Qué es filosofía política?” en Resurgimiento de la teoría política en el siglo XX. Filosofía, historia y tradición ” (1999) México: universidad nacional autónoma de México, p 108
[5] Ibíd., 101
[6] TAYLOR, op cit., 75
[7] TODOROV, Tzvetan (1998). El hombre desplazado. Madrid: taurus, p. 267
[8] Ibíd., 271

4 comentarios:

Unknown dijo...

Últimamente ando teniendo muchos problemas a) con la moral en la política y b) con lo que C. Wright Mills llamó "la imaginación sociológica" (que sin embargo aplicaría a todos los científicos sociales).

Como politólogo (en formación) no me gusta aventurarme mucho a dar mi opinión sobre coyuntura, y cuando lo hago sólo es después de dar intentar argumentar; asún así, hay que dejar muy claro que lo que viene es una humilde opinión o propuesta. Creo el quid del asunto está en confiar en el método científico como una forma válida de obtener algún conocimiento sobre la política y separar -a la hora del análisis- los hechos de los valores para que éstos no condiciones aquellos.

Además, tengo mis dudas frente a la necesidad de que el análisis político se traduzca en propuestas constructivas y en educación (vs Mills). Reivindico el conocimiento por el concimiento y por el mero placer de conocer.

Salu2.

De voz, para vos dijo...

Estoy de acuerdo con hacer un intento argumentativo los más fiel a la realidad y luego dar la propuesta u opinión, entendiendo que ya grandes pensadores han propuesto cosas sorprendentes, la de uno siempre será humilde. Que rechaces los valores es muy comprensible, cuando el método es analítico y sólo te guias por ello. En lo que me distancio totalmente es en la utilidad del conocimiento, sí bien va a paso de tortuga, entra en la realidad y la modifica: ¿Qué eran los derechos humanos en 1789 y qué son ahora?, nacieron como ideas y ahora son exigidos como realidades.

Lo que renueva al ser humano es la sorpresa, la capacidad de sorprendemos, envejecemos mentalmente porque cada vez menos cosas nos sorprenden; vos bien lo has dicho, cuando ya nada nos sorprenda es porque estamos muertos. Afortunadamente el conocimiento es una fuente inagotable de sorpresas y nos gusta leer, pero no por ese deleite debemos olvidar su utilidad en la sociedad. Todo lo que hacemos es dentro de la sociedad y sobrevivimos gracias a ella, maluco seria ser unas bacterias más que sacan lo mejor y lo peor de ella y no devuelven lo mejor ni lo peor de sí, sería más consecuentes volvernos monjes.

Andrea Arango Gutiérrez

Unknown dijo...

A veces me gusta pensar (con los dedos cruzados) que alguien como Voltaire quería saber más y más, y escribía más y más por diversión ;).

Un abrazo.

PS: Para vos, creo que sería gratamente revelador el libro de C. Wright Mills que mencioné antes: "La imaginación sociológica".

De voz, para vos dijo...

JAAAAAA.... Que buena respueta.

Andrea