viernes, 26 de diciembre de 2008

Manifiesto de inconformes

Nunca como hoy nos hizo menos falta el
Estado, así como nunca nos ha tiranizado tanto…
La falsa idea de que el Estado existe para
protegernos se ha desintegrado mil veces.


Henry Miller

Foto: Jonny Alejandro Alzate

Henry David Thoureau y Mahatma Gandhi fueron desobedientes civiles en forma pacífica a los estados de su época. Pero en la actualidad el Estado ha perfeccionado sus formas de coerción, lo que ha hecho más difícil el manifiesto de los inconformes y las expresiones de disgusto por la injusticia. La dicotomía entre el Estado, con todo su aparato militar, y la minoría que denuncia, es resuelta por la opinión pública, esta es la juez; pero si dentro de la perfección estatal se encuentra el dominio de los medios de comunicación, creadores de opinión, se imposibilita aun más la acción desobediente y los avances en busca de justicia son cada vez más dificiles y lentos.

Es necesaria entonces, ya no una desobediencia civil pacífica, sino una no-violenta; es decir, darle a conocer el conflicto a la comunidad en la plaza pública, pues con los medios de comunicación no se podrá contar. Por medio de agresividad, lucha y fuerza se puede lograr una opinión pública favorable, en donde se convenza que el fin y los medios son justos, pues el Estado es injusto. El uso de la fuerza debe ser bien dirigido y sin pretender darle muerte a nadie, reconociendo al adversario como un actor político, con el que se buscó dialogo antes de acudir a la agresividad y luego del conflicto se buscará consenso, ya con la opinión pública a favor.

La violencia tiene como fin el exterminio del contario y no se podrá justificar jamás, pues ella misma es injusta. Por eso se habla de desobediencia civil no-violenta.

Afortunadamente los gobiernos actuales se autoproclaman democráticos y se ven en la obligación, en alguna medida, de respetar y garantizar la protesta o muestras de inconformismo; ¿cómo serian nuestras sociedades si no se llamaran a sí mismas democráticas entones?

Andrea Arango Gutiérrez

viernes, 19 de diciembre de 2008

El deber cívico de desobedecer

Éstas – las sociedades- se forman y se transforman
precisamente en la confrontación, la colisión
y el choque de prácticas e ideas.

María Teresa Uribe de Hincapié
En una democracia el poder nace en el pueblo y para efectos prácticos la representación es empleada, la cual es elegida por las mayorías. Es necesario que la voz y actos de las minorías sea escuchada, debatida y confrontada, y si lograra convencer, debe ser incorporada en el gobierno de turno (las minorías, aquí dichas, pueden ser mejor llamadas oposición). Logrando así una mayor cobertura del pronunciamiento de la sociedad.
Por un lado, al gobierno permitir y garantizar las expresiones de la oposición por medio de actos y palabras gana legitimidad, es decir, demuestra que su actuar es conforme a la ley y deja ver su fortaleza ante la opinión pública; y por otro lado, el ciudadano inconforme o indignado con el actuar del poder da muestra de su virtud como ciudadano al manifestarse en contra y denunciar fallas e inconsistencias o al hacer explicito que otra forma de gobierno podría ser más justa. El verdadero ciudadano es parte activa de las decisiones políticas que luego él y su comunidad deberán acatar; ya que si no fuese así, tendría todo el derecho a no obedecer; ante una ley que el pueblo eligió como justa no hay razón para desobedecer, pero en una situación contraria es deber cívico la desobediencia. En la verdadera democracia es menester acatar las decisiones de los ciudadanos e impulsar el pronunciamiento de las minorías. “Incluso votar por lo justo es no hacer nada por ello… El hombre prudente no dejará lo justo a merced del azar ni deseará que prevalezca gracias al poder de la mayoría” [i]
En un orden establecido injusto, la resistencia pacífica es una alternativa que requiere del actuar conjunto de la sociedad inconforme, un actuar inteligente que conduzca al cambio; en donde se haga manifiesta la separación radical de la sociedad que quiere justicia y el gobierno que legaliza la injusticia.
En la realidad el ciudadano virtuoso es el obediente de lo legal, sin cuestionar que tan justo sea.

Gandhi, abogado, tenía clara conciencia de que el buen ciudadano debía obedecer
las buenas leyes que protegen los derechos de los más pobres contra los más
poderosos. Pero, desafortunadamente, las leyes son, generalmente, elaboradas por
los poderosos y no es raro que ellas tengan por función la defensa de sus
privilegios. El ciudadano responsable debe desobedecer las leyes injustas. Lo
que fundamenta la ciudadanía no es la disciplina, sino la responsabilidad. Ser
responsable es aprender a juzgar la ley antes que obedecerla. La obligación de
la ley no debe borrar la responsabilidad de la conciencia de los ciudadanos. Es
una equivocación implantada por las ideologías dominantes la conversión de la
obediencia en virtud.[ii]

Es un deber el desobedecer lo injusto y exigir cambios para mejorar y enriquecer el gobierno; para que represente en realidad los intereses de todos y dejarles a las generaciones futuras una sociedad mejor. Es obligación velar por el contenido justo de la ley que nos rige.
Andrea Arango Gutiérrez
[i] THOREAU, Henry David. Del deber de la desobediencia civil, Medellín: Editorial Pi, editor Álvaro Lobo, 2008, p.25.
[ii] MULLER, Jean-Marie. La no-violencia como filosofía y como estrategia, p.178.

1985: La actualidad colombiana

Sin saberlo o quizá de manera consciente, hemos repetido nuestra historia una y otra vez. Los mismos que hoy son alcaldes, periodistas, ministros, técnicos de fútbol y guerrilleros son quienes vienen haciendo la historia colombiana, por lo menos, desde 1985.

Revisando el periódico El Tiempo de ese año y del siguiente encontré que muchas de las situaciones que vivimos hoy por hoy son las problemáticas de hace 20 años y que las mismas ideas que hoy se plantean fueron dichas en el siglo pasado.

A medida que iba pasando las páginas veía cómo los ministros de Belisario Betancur -e incluso él- aseguraban que el conflicto con las guerrillas colombianas iba a llegar pronto a su fin. En aquel entonces, el gobierno estaba empecinado en acabar con la que era su mayor pesadilla: el Movimiento 19 de abril (M-19). Esta guerrilla se había robado la espada de Simón Bolívar de la Quinta de dicho libertador, en 1974; se había tomado la emabaja de República Dominicana en 1980 y había asestado el que sería su mayor golpe: la toma del Palacio de Justicia, el día 6 de noviembre de 1985.

Todos los dirigentes hablaban del ELN, de las FARC y del M-19 y de cómo iban a acabar esas guerrillas, que es muy parecido a lo que han dicho el Ministro de Defensa y los altos mandos del Ejército actual. Con seguridad que la ministra de comunicaciones de ese momento, Noemí Sanín (actual embajadora del Reino Unido), no veía viable que las FARC y el ELN siguieran sonando en pleno siglo XXI, 23 años después de que proclamaran su fin último. Desde 1985 estamos presenciando "el fin del fin" de la guerrilla colombiana.

Personajes como Marulanda, Alfonso Cano, Jacobo Arenas, Raúl Reyes y Timochenco eran los enemigos a combatir de 1985. Al parecer el gobierno no ha cambiado mucho de objetivo.

En ese mismo año, las disputas entre Colombia y Nicaragua eran por la presunta ayuda del gobierno nicaragüense a las guerrillas colombianas, en especial al M-19, y por la soberanía de San Andrés. Otro problema que sigue vigente.

Pero las dudas no sólo giraban entorno al proceder del gobierno nicaragüense, también estaban presentes en el actuar de las Fuerzas Militares, principalmente en los hechos de la toma del Palacio de Justicia. Aún no es claro cuántas personas murieron en aquel holocausto, como lo llaman muchos, y menos de cuántas padecieron los horrores cometidos por los militares del glorioso Ejército Nacional. La opaca nube de incertidumbre que hubo alrededor de las explosiones ocasionadas por las Fuerzas Miliatres de Colombia es la misma que hoy cubre a las víctimas del terrorismo de Estado, más conocidas como 'falsos positivos'.

Las discusiones acerca de legalizar o no la droga también tenían espacio en la década de los 80. La idea, apoyada por el escritor Milton Friedman y por el columnista de El Tiempo Eduardo Lemaitre, entre otros, no es reciente ni es una posibilidad que se contempla desde las reuniones de César Gaviria con algunos presidentes latinoamericanos.

Los paros judiciales y sindicales no son cosa de hoy solamente. En ese entonces, muy parecido a lo que sucede con la Conmoción Interior actual, los funcionarios del poder jurisdiccional comenzaron a trabajar en los juzgados debido a un paro realizado por los verdaderos jueces que sí habían sido elegidos por mérito.

Los medios de comunicación que hicieron elegir a Virgilio Barco a través de la excesiva propaganda son los mismos que montaron a Álvaro Uribe a la presidencia. Esto lo lograron con las mismas artimañas de divulgación reiterada y de opacidad a otros candidatos.

Personas como Antonio Caballero (reportero de RCN en ese entonces), María Jimena Duzán, quien era columnista de El Espectador, el senador Humberto de la Calle, Ernesto Samper (senador en 1985) y su hermano Daniel (columnista de El Tiempo en esa época) fueron personajes comentados de ese momento que aún siguen bajo el lente de los medios de hoy, si es que no son el lente. Lo mismo sucede con Juan Gossaín, quien era columnista de El Tiempo, Enrique Peñalosa (secretario económico de Virgilio Barco) y Jorge Luis Pinto (técnico de Santafé en ese entonces). Tampoco podemos dejar de lado a nuestro presidente Uribe, quien fue Concejal de Medellín de 1984 a 1986.

Como ven, los sucesos de 1985 son muy parecidos a los actuales. Si llegan a tener un periódico de hace 20 años en sus manos, sentirán que ese periódico está narrando la actualidad colombiana que se vive en pleno 2008. La confusión entre las épocas se hace presente en todo momento; y es comprensible, pues los personajes, los hechos, las problemáticas y los enemigos de aquel año son los mismos que hoy hacen la historia de nuestro país.

Por Maria Clara Calle.

viernes, 12 de diciembre de 2008

La necesidad de libertad

“… el deseo de enriquecerse a toda costa, el gusto por los negocios, la avidez de ganancias, la búsqueda del bienestar y de los goces materiales, son, pues, las pasiones más comunes. Esas pasiones se extienden fácilmente a todas las clases, penetran incluso en aquellas que se habían mantenido más apartadas hasta entonces y llegarían pronto a excitar y a degradar a la nación entera si no hubiese nada para detenerlas. Ahora bien, es parte esencial del despotismo el cultivarlas y extenderlas… únicamente la libertad es capaz de alejarnos del culto del dinero y de las minúsculas preocupaciones diarias de sus negocios para hacerles sentir y percibir en todo momento la patria, por encima y junto a ellos; ella sola remplaza de cuando en cuando el amor del bienestar por pasiones más enérgicas y más elevadas, proporciona a la ambición objetivos más grandiosos que la adquisición de riquezas y genera la luz que permite ver y juzgar los vicios y las virtudes de los hombres… No temo afirmar que el nivel común de corazones y espíritus no cesará jamás de descender mientras que la igualdad y el despotismo permanezcan unidos en su seno”

El antiguo régimen y la revolución - Alexis de Tocqueville

viernes, 5 de diciembre de 2008

Estados Unidos en recesión


A comienzos de octubre del año presente, empieza a caer la bolsa de Nueva York en un 7% inicialmente. Al igual que en el 29; la crisis actual es originada por los préstamos bancarios a individuos si capacidad de pago, para sostener el consumo de sectores sin poder adquisitivo; ya que hay sobreoferta, en este caso de propiedad raíz, en el 29 de carros principalmente. Y por la continua especulación en la bolsa.

En el la crisis del 29 Estados Unidos era un país joven e irresponsable, sin la capacidad monetaria para socorrer dicha caída, por lo que la recuperación fue lenta y planeada; en el “new deal”, Roosevelt desde 1933 hasta 1937, con las ideas de John Maynard Keynes, implementó un intervencionismo estatal, que logró estabilizar la economía; aumentando el empleo en la construcción de infraestructura y en cargos públicos administrativos, dando seguridad social y educación, inyectando a los bancos y brindando créditos para reimpulsar el consumo.

Si bien, en el 29 Europa era dependiente de la economía estadounidense, no lo era tanto como ahora, y no sólo Europa sino el mundo entero dependen de la gran potencia. Aunque Estados Unidos sigue siendo un país joven e irresponsable, ya que deja al mercado auto regularse sin ninguna mano visible estatal y presupone un rescate del Banco Central; cuando suceden este tipo de catástrofes (se ha visto que los bancos también se hunden). Pero a diferencia del pasado, ahora sí tiene la capacidad monetaria para socorrer la caída con una inyección de700.000 millones de dólares al mercado.

Aunque es muy temprano para saber cuan grave pueda ser la crisis actual y cuanto se asemejará a la gran depresión; pienso que el modo de producción capitalista ha crecido en estos 79 años lo suficiente, y ha acumulado la riqueza necesaria para cubrir cualquier caída en el mercado, las veces que sea necesario. En anteriores desplomes bursátiles ha salido bien librado y sería exagerado esperanzarse con el fin del capitalismo y la llegada al socialismo. El capitalismo salvaje va a convertirse en uno más regulado por el Estado, pero mientras se estabiliza, una vez recuperado retomará el salvajismo. Pues es el modo que mejor permite amasar grandes riquezas.

Los bancos privatizaron las ganancias y se dan el lujo de especular, pero una vez quedan en banca rota, llega el Estado a ponerle una pata al modo de producción con el dinero de la nación, se socializan las perdidas. Dice William Ospina en su columna de El Espectador el domingo 18 de Octubre: “El Estado, que ayer era el problema, hoy es la solución. Nuestros pueblos mantuvieron e hicieron crecer las empresas públicas de las distintas ciudades, que no estaban diseñadas para dar rentabilidad sino para garantizar la provisión de servicios básicos a la población, con énfasis en los sectores menos favorecidos, hasta que llegó la doctrina neoliberal según la cual era catastrófico dejar esas empresas en manos del Estado… Ahora, cuando el ciclo se cierra, vuelve a ser importante el Estado”

Dice la revista SEMANA del 6 de octubre “sobre el origen de la actual crisis, hay relativo consenso sobre las causas más inmediatas; fue la arriesgada práctica de las entidades financieras en Estados Unidos de otorgar préstamos con condiciones demasiado favorables a personas sin capacidad de pago para que comparan vivienda” Pero en la raíz de la crisis, encontramos que los bancos no van a entregar presamos a personas sin capacidad de manera fortuita, es necesario antes que la gente no tenga capacidad de compra y si no tiene capacidad de compra es porque los salarios que devengan no son suficientes para adquirir todo lo que el mercado ofrece; ya que el empleador, en su afán de acumular no deja que su mismo mercado se dinamice. La culpa es entonces de los pocos capitalistas que tienen tanto.





Andrea Arango Gutiérrez

La hora de la modorra

Hay un dicho que dice: "La pereza es la madre de todos los vicios". Yo agregaría "y la culpable de muchos males". O ¿quién no ha perdido un examen por la pereza de estudiar? ¿Quién no se ha ganado un regaño por pereza de hacer alguna 'vuelta' o mandado que llaman? ¿Quién ha desperdiciado toda una tarde, teniendo mil cosas por hacer, por que tiene pereza de levantarse de la cama? Estos son unos ejemplos tontos, comunes y con poca trascendencia en comparación con las tragedias políticas que ha ocasionado 'la madre' aquella a lo largo y ancho del planeta.

Por la pereza de pensar, de analizar y de actuar se permite que cualquier persona, con cierta cantidad de poder, maneje los derechos de la humanidad a su antojo y beneficio, como los 27 militares destituidos unos días atrás. Por tener el cerebro dormido y aperezado, muchas personas ni siquiera se preguntan por qué los medios nunca hablaron mal de la administración de Fajardo, por ejemplo. ¿Así de perfecta sería o es que acaso el inmaculado corazón de María estaba a su lado defendiéndolo de toda crítica?

Aunque en algunas ocasiones los sucesos se muestran crudamente ante los ojos de las personas, algunas de ellas se quedan observando, esperando que alguien haga algo. La pereza de pensar que tienen la mayoría de los sujetos se traduce en la inexistencia de la conciencia social, cuando a duras penas se intenta hacer algo para sí mismo. Aquella conciencia es entender y aceptar que hay alguien más alrededor a quien se debe respetar; que no se está solo en el mundo y que, por lo tanto, no se puede hacer lo que venga en gana. Mejor dicho, en palabras más sencillas para los perezosos, la conciencia social está muy ligada a la frase que dice "Mi libertad llega hasta donde empieza la de los demás".

El más claro ejemplo, es que gracias a las personas que apoyaron el cese de actividades en la universidad, por pereza de estudiar, y por los que estaban interesados en retornar a la normalidad académica, pero que no fueron a votar por pereza de ir, escribí acerca de la pereza, en vez de estar haciendo artículos de verdad, leyendo periódicos o intentando organizar investigaciones, como debería hacerlo si estuviera estudiando. Claro, aunque eso no me quita lo de perezosa.

La pereza, experimentalmente hablando, es un problema social que afecta a todos los sujetos: perezosos o activos, analíticos u obedientes, rebeldes o sumisos. Más que a la pereza dominguera -que se le rinde culto en el Día de la pereza-, me refiero al sopor mental que hace que las personas no se interesen por saber cómo se maneja su platica, por ejemplo, siempre y cuando tengan con qué comer.

Por Maria Clara Calle.