jueves, 4 de septiembre de 2008

Con el tono perfecto

Una de las verdades más ciertas (valga la redundancia) que he oído me la proporcionó una canción que afirmaba: “Todo pasa y todo queda”, Que afirmación tan severa, tan compleja y a la vez tan tonta y tan simple.

En realidad todo pasa, “todo tiene su final, nada dura para siempre”, como diría el gran Lavoe. Todo se tiene que acabar, todo. La felicidad, la dificultad, la amargura, el amor, los viajes, la euforia, todo tiene que acabarse, o no precisamente acabarse sino pasar a otro plano, al de los recuerdos. Es allí donde todo queda.

Los momentos pueden ser pasajeros, pero lo que nos queda de ellos perdurará para siempre, así sea en la memoria, de manera intangible y sin espacio a las modificaciones, pero quedará vivo en el recuerdo.

Hay muchas maneras de hacer gritar ese pasado, de rememorarlo, de traerlo a la vida. Unos lo hacen llorando, otros lo escriben y algunos pocos logran acompañarlos tonos precisos para poderse expresar. Los verdaderos músicos son magos del tiempo y de la vida, porque son capaces de poner en 3, 4 ó 10 minutos lo que les ha pasado en años.

La música no tiene discriminación alguna con sus diferentes ritmos. Los magos del arte han hecho cambiar algunas cosas y a algunas personas desde la salsa, la balada hasta el rock y el rap. He de detenerme en este último. El “R de revolución, A de actitud, P de poesía”, como lo definiría Nach Scratch, es un ritmo incomparable, que más que un ritmo es una melodía que se adapta a las inconformidades o a las desgracias o a la felicidad para mover a centenares de personas para poner sus mentes a pensar y a reflexionar.

Música: Dolor del alma y alegría de la vida. ¿Cómo hace para tener siempre el tono perfecto al hablarnos?

Aún no defino si son los sentimientos los que se acoplan a cada canción, o si es que hay una canción para cada sentimiento.

La música es buena para bailar, para saltar, para gritar, para oír, para cantar, para tararear, para silbar, para leer, para analizar, para llorar y para reír. Es buena para infinidades de cosas y en todo, a excepción de la lectura y el análisis, es la mejor. Pues cada cosa que hace, la hace con tanta delicadeza que nos eriza la piel y con tanta sutileza que no nos damos cuenta cómo ni cuándo entra a nuestras vidas, simplemente sabemos que ya entró en el momento de sentirla latente.

Y es que siempre llega con el tono perfecto, en el momento perfecto.

Por Maria Clara Calle Aguirre.

1 comentario:

Lucas Vargas Sierra dijo...

Una explicación detallada de porqué os mantenés cantando... ¡Viva la música carajo!