viernes, 21 de noviembre de 2008

Hablemos de la vida

(Esta conversación puede asemejarse a una de las tantas que tengo día a día con diferentes personas. Claro que eso no quiere decir que yo sea Fernando o César).

Fernando: ¿Será necesaria una revolución para cambiar el mundo?

César: Pues claro que es necesaria, sino ¿cómo carajos va a cambiar esto?

Fernando: Pero ¿eso no significa matar a mucha gente?

César: No, no, no. Hay muchos tipos de revolución. En unas sí muere gente que de verdad no merece estar 3 metros bajo tierra con los gusanos encima, pero en otras, las que verdaderamente sirven, no se derraman litros de sangre, por el contrario, corren ríos de conocimiento.

Fernando: ¿Cómo va a ser eso si hay gente a la que no le conviene que otros se eduquen? O es que acaso les va a interesar que haya más posibilidades de perder su platica.

César: Hermanito, pues yo no tengo ni idea de cómo puede llegar el cambio. Y tampoco busque que yo le responda en unas cuantas palabras y en un segundo lo que la humanidad se ha preguntado por años. Pero eso sí, yo soy de las personas que creen que para cambiar esto y este mundo es necesaria la educación. Pero no de la que enseña a escribir Álvaro con V y no con B, o libertad con la de burro y no con la de vaca; no. Esa nos puede ayudar pero es más fácil de adquirir. La educación que yo digo es la que enseña a analizar y a encontrar la solución de los problemas. Esa, la que está al lado de la consciencia, es la que va a llegar algún día a mejorar esto.

Fernando: No viejito, estás muy equivocado. Olvidate de eso. ¿Vos creés que a todo el mundo le interesa aprender? ¿De verdad pensás que a todo el mundo le gusta leer como a vos o que todos estamos cansados con las cosas de hoy? Yo para qué voy a querer cambiar las cosas si como vamos, vamos bien.

César: ¿Bien? ¿Te parece muy bien que casi la mitad de los colombianos estén en la pobreza y en la indigencia? Eso por no hablar del mundo. ¿Te parece muy bien un país donde el ejército mata a quien se le da la gana y después dice que lo mató por ser guerrillero cuando en verdad era un campesino? ¿Bien que miles se mueran, literalmente, en la selva? ¿Eso de verdad te parece bien?

Fernando: Pero es que eso no me toca. Ninguno de los muertos de hambre o de los muertos del ejército es familiar mío. Yo para qué me voy a preocupar por eso.

César: Porque 'eso', como lo llamás, es consciencia social. Pero al parecer vos no tenés de 'eso', porque si sos capaz de decir que estamos bien sólo porque tenés con qué comer y porque no te han desaparecido a un familiar, es seguro que de esa consciencia no tenés nada. Ni de esa, ni de ninguna.

Fernando: Ah... No, no, no, no, no. ¿Sabés qué? Dejemos de hablar de tantas güevonadas que lo único que hacemos aquí es peliar. Calmate más bien. Mirá que ya va a empezar el partido y nos lo vamos a perder por hablar de tanta carajada.

César: Viejito, esto NO es carajada. Carajada es que perdás tanto tu tiempo en tanta pendejada que lo único que hace es embobarte. Eso es bueno, pero de vez en cuando.

Fernando: ¡BUENO YA! Que no quiero hablas más con vos de eso. Siempre me desesperás con tu exageración de las cosas. Más bien apurate haber si salimos algún día al partido.

Por Maria Clara Calle.

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