viernes, 14 de noviembre de 2008

La máscara del poder

Bajo la idea de libertad para el pueblo se han desencadenado las más cruentas batallas, se han asesinado cientos de personas, gobiernos enteros han mentido a su país y al mundo entero con tal de invadir, gobernar y tener el poder.

Parece que el mundo actual es maquiavélico. Aquí el fin justifica los medios, incluso cuando el objetivo de la guerra no es más que un disfraz para lograr el verdadero propósito: la acumulación de poder.

Los menos favorecidos y los oprimidos son utilizados por las élites económicas, políticas o religiosas para poder saciar sus intereses privados. Ellas, las élites, necesitan de las masas para ocultar sus objetivos, para esconder que lo que verdaderamente se quiere es su propio beneficio, no el del pueblo, ya que ellas necesitan de un oprimido para poder ser opresoras y las grandes vencedoras en todo este juego de toma y dame.

Así fue en la época de la independencia de lo que hoy llamamos Suramérica. En ese momento, las personas eran diferenciadas según la procedencia de sus progenitores; había negros, mulatos, zambos, indios, mestizos, criollos y españoles. Estos últimos, de padres españoles y nacidos en España, eran los que llegaban a estas tierras para gobernar, mientras que los criollos, hijos de españoles pero nacidos en América, no podían estar al mando del virreinato, a pesar de tener la misma sangre putrefacta corriendo por sus venas. Por esta razón, por querer gobernar y mandar, fue que decidieron incitar a todos los otros a defender su libertad y exigir su independencia, cuando lo que les interesaba era estar en el poder.

Lo grave es que esto se siguió repitiendo a lo largo de los años y a lo ancho del planeta.
Después de la segunda guerra mundial, Europa quedó totalmente destruida, pasando por una hambruna gigantesca por la falta de maquinaria, de energía eléctrica, de campos para sembrar y, sobretodo, de fuerzas.

Eran los momentos de las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, cuando el pensamiento ideológico de una nación estaba entre ser demócrata o socialista, con una Europa necesitando ayuda. Fue ahí cuando el ministro de Relaciones Exteriores de EE.UU., George Marshall, creó un plan de ayuda denominado Plan Marshall. Con éste se defendía la unió de los países europeos para que juntos derrotaran a la sombra del totalitarismo, se proclamaba una libertad de pensamiento y de mercado. Bueno, por lo menos esa fue la gran excusa. Pero en realidad lo que buscaba EE.UU. era encontrar un aliado en ese continente para que lo apoyara al momento de un ataque soviético y ¿quién podría ser más fiel si no era a quien alimentó en el pasado?

La historia nos muestra cómo algunos gobernantes -en cabeza de naciones- no fueron capaces de curar su sed insaciable de tener más territorios bajo su mando. Hacían y hacen lo que sea necesario para llevar a cabalidad sus propios deseos, así esto signifique muertes indiscriminadas, mentiras al por mayor y altos costos sociales y económicos.

El poder siempre dará más ganas de poder, sin importar que tan buenos o que tan macabros hayan sido los fines al comienzo de las cosas.

Un ejemplo de esto es Fidel Castro, quien con la ayuda del Che Guevara y otros milicianos, se tomó Cuba en 1959. Derrocó a Batista por su desacuerdo con las dictaduras, en especial con la de ese sujeto. Irónico que a Castro no le gustaran las perpetuaciones en el poder sabiendo que él lleva 49 años en el mando cubano. Más irónico aún es que el Movimiento 26 de julio, que estaba a su cargo y fue el encargado del golpe de Estado, no estuviera de acuerdo con el comunismo y terminara pidiéndole ayuda a la Unión Soviética.

Queda demostrado pues que la liberación proclamada en casi todas las guerras y en los enfrentamientos no ha sido más que una máscara para que los gobernantes hagan lo que les convenga y satisfaga: quedarse con el poder.

Por Maria Clara Calle.

3 comentarios:

Lucas Vargas Sierra dijo...

Bob Dylan- A Hard Rain is Gonna Fall

"And what'll you do now my blue-eyed son?
And what'll you do now my darling young one?
I'm going back out before the rain starts a-falling
I'll walk a highway of diamonds with nobody on it
Till I get to the depths of the deepest dark forest
Where the branches are black and with blood they keep dripping
Where the people are many and their hands are all empty
Where their hunger is ugly and their souls are forgotten
Where the pellets of poison are flooding their water
And the home in the valley meets the dirty dark prison
And the executioner's face is always well hidden
Where black is colour and none is the number
And I'll tell it and speak it and breathe it
And reflect from the mountains so all souls can see it
And I'll stand on the ocean until I start sinking
And I'll know my song well before I start singing"

Y la cara del verdugo está siempre tan bien escondida... La música, Maestra de maestras.

Unknown dijo...

Una lectura recomendada:
"En las fronteras de la democracia", del inglés Guy Hermet. Hay un capítulo sobre las élites y el liberalismo bastante interesante...
Un abrazo

Anónimo dijo...

Queda demostrado? Hmmm...
Muchos argumentos literarios; pocos politológicos, sociológicos, históricos...

Hacen falta más ejemplos, datos, comparaciones, referencias!!!

Vamos, se nota que hay calidad e intuición, pero eso no basta.

Mucha suerte!