viernes, 16 de enero de 2009

De guerrillero a insurgente

No lo niego, hasta hace poco me enteré del verdadero significado de insurgencia.

Yo, al igual que la mayoría de los colombianos (grave error pertenecer a la mayoría en Colombia), estaba -la mayoría aún lo está- convencida de que la palabra insurgente era algo parecido a decir que era militante de las FARC.

Al creer que esas dos situaciones eran parecidas, inmediatamente mi cerebro se encargo de tildar como mala palabra a las letras que conformaban INSURGENCIA, no porque crea que las FARC son las únicas que tienen mal al país, como lo cree la mayoría, sino porque para mí las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia hace rato debieron dejarse de llamar guerrilla pues hace rato dejaron de estar del lado del pueblo. Porque fue hace rato que comenzaron a secuestrar al mismo pueblo y a quemar las fincas de campesinos que no tenían otro sustento diferente al de su tierra, todo porque se encerraron en una guerra a muerte contra los paramilitares.

Es mi desprecio hacia las FARC (repito, no porque me coma el cuento del enemigo único de varios gobiernos sino porque ya no son guerrilla y se siguen llamando así) el que hizo que me tragara enterita el maquillaje de la palabra insurgencia que ha hecho el gobierno de Álvaro Uribe.

El problema con tan mencionada palabra es que la insurgencia TIENE que estar presente en una nación que se dice democrática, como Colombia, todo por el simple hecho de que esta susodicha significa levantamiento contra la autoridad. Algo poco más o menos parecido al deber de la desobediencia civil del que Andrea ya ha escrito.

Además, la insurgencia no siempre está relacionada con las armas; también puede haber insurgencia sindicalista o urbana que no está de acuerdo con las cosas que suceden ni con el cómo suceden.

Al hablar de insurgencia se está hablando de una inconformidad de cierto grupo de individuos que decidieron juntarse para mostrar su disgusto frente a algo y para intentar que las cosas cambien. Eso, en una democracia, debe ser respetado pues se supone que en esta idea política caben todos los puntos de vista incluso el de la oposición; repito, SE SUPONE.

Lo que ha hecho el gobierno actual, el que viene desde 2002 (casi 7 años en un país donde se declamaba la no reelección), es hacer creer al pueblo que todo aquel que se levante en contra de lo establecido, simplemente por no estar de acuerdo, es un guerrillero, pero no guerrillero en el sentido de la palabra, sino el que se hace llamar guerrillero y milita en las FARC; cosa que para la sociedad colombiana y para la mentalidad que los medios han creado es una falta de respeto, y de las graves.

Entonces, como quien dice, aquí, en Colombia, país de la democracia convertida en seguridad y de la confianza (sólo inversionista) estar en desacuerdo es perverso pero hacer algo para cambiar las cosas es dibujarse un punto rojo en la frente para terminar tres metros bajo tierra. Esto último no lo saco del gobierno ni del presidente ni de la Constitución, eso me lo ha demostrado el conocimiento de muchos casos y lo saco de mis propias conclusiones, las mismas que me empujan a ser más agresiva con cada uno de mis escritos.

Por Maria Clara Calle.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy Buen articulo Maria Clara, aca un hermano Argentino te saluda y apoya tu criterio.