viernes, 6 de febrero de 2009

Otra muerte indiferente

En esta ciudad, todos van cayendo. Hay algunos que tienen la fortuna o la desdicha -ustedes dirán- de morir de viejos, con sus achaques y sus arrugas. Otros mueres por enfermedades, con el despiste y los sueños que proporciona la juventud. Pero también hay machetazos, bombas, minas, secuestros y extorsiones, porque en este Valle se encuentra de todo, aunque no se esté buscando.

Hay unos cuerpos que caen inertes por la gracia de una o más balas que lo atraviesan. No importa si se es joven, viejo o niño, no se repara en sexo, en edad o en estrato.

Jugando con las casualidades de la vida, oí 4 tiros que precedían el sonido del motor de una motocicleta. Todo después de terminar de leer un cuento que, curiosamente, hablaba de asesinatos. (Aquí tienen el cuento por si lo quieren leer).

No sé cuántos cuerpos pudieron haber caído a las 10:40 de la mañana en Laureles, sólo sé que alguien estaba siendo buscado, ya sea por el destino o por un par de matones.

Luego de esa bulla, que no es tan extraña en Medellín, se oyó el berrido de una ambulancia, como si llorara a quien acababa de caer en el asfalto. No hay nada más. Ni noticias, ni reclamos, ni justicia, ni espanto, ni extrañeza; sólo habrá llanto de los familiares de la víctima.

Lo que pasa es que en Medellín, todos se han acostumbrado a ver caer a más de uno. Nadie pregunta nada, sólo las chismosas del barrio que se contentan con un "es que lo estaban buscando para arreglar 'cuentas'". Y es que aquí siempre hay cosas por pagar.

Después de tan corriente suceso, todo sigue normal. Lo único que alteró la 'tranquilidad' de Medellín fue lo que se hizo para ocultar a otro muerto. Se paró el tránsito, se levantó el cuerpo, una que otra patrulla salió para simular que estaba buscando a los asesinos, se limpió la sangre y ya estuvo. La ciudad puede seguir con su indiferencia, con el grito de los vendedores ambulantes anunciando su producto, con el pito de los carros y la contaminación de las fábricas, con sus desigualdades, su pobreza y su miseria.

Aquí nada importa, porque ésta es la ciudad de la eterna primavera.

Por Maria Clara Calle.

2 comentarios:

Julio C. Londoño A. dijo...

Lo que pasa es que aquí nada pasa, la gente se muere, la gente se mata, la gente tiene hambre, sed, la gente no vuela... Pero aquí nada pasa, o si? ... El cuento de Lucas estará maldito? jaja

De voz, para vos dijo...

Yo creo que no es sólo aquí, es el hombre y su egocentrismo.

Andrea Arango Gutiérrez